Esta historia comenzó a principios de abril de este año, cuando una persona, pidiendo de la policía que se preserve su identidad, puso en conocimiento de los detectives federales la existencia de una organización, que mediando préstamos usureros, se quedaban con las tarjetas de planes sociales y cooperativas, haciéndoles firmar pagarés en blanco.
Así, a través de más de doce años de esta espuria actividad, llegaron a amasar verdaderas fortunas, consolidando un conocido clan familiar en el partido de La Matanza.
Parece de película, pero “CAROLO” líder de esta organización que en su momento se desempeñó en una empresa de transportes de pasajeros, le fue bien y se puso “un mercadito” en la zona de “PUENTE EZCURRA” en la localidad matancera de VIRREY DEL PINO.
Por aquel entonces, no había muchos comercios del ramo y “CAROLO” era el almacenero del barrio. Si algún cliente carente de fidelidad decidía comprarle a otro comerciante, debía cruzar la Ruta Nacional Nº 3, lo que era un incordio. Así fue generando una relación con sus vecinos de confianza y su crecimiento patrimonial le permitió “ayudar” mediante “préstamos” a sus vecinos.
Tomaba como garantías de pago distintos documentos –principalmente “pagarés” en blanco- y cuando las ayudas sociales proliferaron en el barrio, encontró una forma aún más efectiva: retenía los plásticos, exigía las claves y se cobraba directamente de las ayudas sociales, no sin antes dejarles en claro a sus deudores, que no podían denunciar los plásticos, como tampoco hacer algo como para que los planes se cayeran. De ser así, debían atenerse a las consecuencias.
Esta operatoria, extendida en más de una década, llevó a reconvertir la actividad de “CAROLO” y extender la mecánica de sus ingresos a todo su grupo familiar: primero su hermana, luego los sobrinos de aquel, las parejas y ex parejas de éstos. El círculo íntimo de confianza ya cada vez era menos íntimo, a medida que el negocio expandía.
Naturalmente el “mercadito” de “CAROLO” cerró y éste se abocó a otro tópico: la reinversión de los dividendos en bienes raíces, automóviles y motos.
A paso firme, se hizo de propiedades en CAÑUELAS y el partido de LA COSTA, erigiéndose como un “padrino” de los préstamos clandestinos. Se cree que llegó a reunir en su poder entre CINCO y DIEZ MIL (5.000 – 10.000) plásticos de ayudas sociales individuales, de cooperativas, jubilaciones, pensiones y pensiones no contributivas.
Asimismo, la observación de su patrimonio dejó entrever un hecho relevante: hace poco menos de un año, tanto él, como su heramana, fueron estructurando su patrimonio, cambiando su posición fiscal y actividad. Se presume que para ello, se serviría de una persona con conocimientos contables y no se descarta que ésta integre alguna agencia de recaudación gubernamental.
Los policías entonces, al conocer la confidencia, participaron a su conocimiento al Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional Nº 2 de Morón que titulariza el doctor Jorge Ernesto RODRÍGUEZ quien inmediatamente dispuso una serie de medidas para probar la veracidad de la denuncia.
Diagramaron entonces, los policías, una estrategia de película: los fueron siguiendo –literalmente- por aire (con uso de drones) y por tierra y acreditaron mediante filmaciones subrepticias (cámaras ocultas) la operatoria. Notaron que cada uno de los que laboraban para “CAROLO” se hacía de al menos unas TREINTA (30) tarjetas cada uno, vaciando de madrugada los cajeros.
Se demostró que operaban en grupos de diez, doce y quince individuos y varios autos. Al tomar razón el juez de lo informado por los policías, sin dudarlo ordenó una redada, deteniéndolos “in fraganti” delito.
Como producto de las medidas ordenadas por la justicia, los federales pudieron detener a más de veinte personas, allanando numerosas propiedades y secuestrando miles de tarjetas de planes sociales, cooperativas, jubilaciones y pensiones (contributivas y no contributivas), como dinero en efectivo en moneda nacional y extranjera y las armas, con las que amedrentaban a los morosos.
En estos precisos instantes, el juzgado del doctor Rodríguez está evaluando el dictado de nuevas medidas de urgencia, para seguir profundizando esta cinematográfica investigación.
Así, a través de más de doce años de esta espuria actividad, llegaron a amasar verdaderas fortunas, consolidando un conocido clan familiar en el partido de La Matanza.
Parece de película, pero “CAROLO” líder de esta organización que en su momento se desempeñó en una empresa de transportes de pasajeros, le fue bien y se puso “un mercadito” en la zona de “PUENTE EZCURRA” en la localidad matancera de VIRREY DEL PINO.
Por aquel entonces, no había muchos comercios del ramo y “CAROLO” era el almacenero del barrio. Si algún cliente carente de fidelidad decidía comprarle a otro comerciante, debía cruzar la Ruta Nacional Nº 3, lo que era un incordio. Así fue generando una relación con sus vecinos de confianza y su crecimiento patrimonial le permitió “ayudar” mediante “préstamos” a sus vecinos.
Tomaba como garantías de pago distintos documentos –principalmente “pagarés” en blanco- y cuando las ayudas sociales proliferaron en el barrio, encontró una forma aún más efectiva: retenía los plásticos, exigía las claves y se cobraba directamente de las ayudas sociales, no sin antes dejarles en claro a sus deudores, que no podían denunciar los plásticos, como tampoco hacer algo como para que los planes se cayeran. De ser así, debían atenerse a las consecuencias.
Esta operatoria, extendida en más de una década, llevó a reconvertir la actividad de “CAROLO” y extender la mecánica de sus ingresos a todo su grupo familiar: primero su hermana, luego los sobrinos de aquel, las parejas y ex parejas de éstos. El círculo íntimo de confianza ya cada vez era menos íntimo, a medida que el negocio expandía.
Naturalmente el “mercadito” de “CAROLO” cerró y éste se abocó a otro tópico: la reinversión de los dividendos en bienes raíces, automóviles y motos.
A paso firme, se hizo de propiedades en CAÑUELAS y el partido de LA COSTA, erigiéndose como un “padrino” de los préstamos clandestinos. Se cree que llegó a reunir en su poder entre CINCO y DIEZ MIL (5.000 – 10.000) plásticos de ayudas sociales individuales, de cooperativas, jubilaciones, pensiones y pensiones no contributivas.
Asimismo, la observación de su patrimonio dejó entrever un hecho relevante: hace poco menos de un año, tanto él, como su heramana, fueron estructurando su patrimonio, cambiando su posición fiscal y actividad. Se presume que para ello, se serviría de una persona con conocimientos contables y no se descarta que ésta integre alguna agencia de recaudación gubernamental.
Los policías entonces, al conocer la confidencia, participaron a su conocimiento al Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional Nº 2 de Morón que titulariza el doctor Jorge Ernesto RODRÍGUEZ quien inmediatamente dispuso una serie de medidas para probar la veracidad de la denuncia.
Diagramaron entonces, los policías, una estrategia de película: los fueron siguiendo –literalmente- por aire (con uso de drones) y por tierra y acreditaron mediante filmaciones subrepticias (cámaras ocultas) la operatoria. Notaron que cada uno de los que laboraban para “CAROLO” se hacía de al menos unas TREINTA (30) tarjetas cada uno, vaciando de madrugada los cajeros.
Se demostró que operaban en grupos de diez, doce y quince individuos y varios autos. Al tomar razón el juez de lo informado por los policías, sin dudarlo ordenó una redada, deteniéndolos “in fraganti” delito.
Como producto de las medidas ordenadas por la justicia, los federales pudieron detener a más de veinte personas, allanando numerosas propiedades y secuestrando miles de tarjetas de planes sociales, cooperativas, jubilaciones y pensiones (contributivas y no contributivas), como dinero en efectivo en moneda nacional y extranjera y las armas, con las que amedrentaban a los morosos.
En estos precisos instantes, el juzgado del doctor Rodríguez está evaluando el dictado de nuevas medidas de urgencia, para seguir profundizando esta cinematográfica investigación.
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