Normalmente me detengo a analizar mis emociones, pero ese día estaba tan molesta, que lo que necesitaba era expresarme. Me sentía indignada con los modos que tenemos de manejar lo que se nos hace distinto.
¿Será el terror que le tenemos a nuestros miedos lo que hace que nos dejemos dominar tan fácilmente por el odio?
Iban saliendo las palabras y yo intentaba, de algún modo, deshacerme de eso que nos destruye. Escribir me fue llevando a encontrar fuerza en mi propia vulnerabilidad. Lo que en ese momento era un desahogo, sin darme cuenta, se transformó en canción.
Siempre es un reto traducir una canción en imágenes visuales sin limitarla. Mientras le dábamos mucho pensamiento con el equipo, llegó esta idea que nos capturó a todos.
El video narra una parte de lo que se conoce en Puerto Rico como el caso del Cerro Maravilla, uno de los crímenes encubiertos más impactantes en la historia de nuestro país. En 1978, dos jóvenes independentistas movidos por un infiltrado, fueron torturados y asesinados por agentes de la policía que no solo respondían al Gobierno de Puerto Rico sino al federal, el de los Estados Unidos.
En estos momentos en que la situación colonial aplastante en la que siempre ha vivido Puerto Rico está más latente que en otras ocasiones, recordar es casi lo único que nos queda para que por medio del relato, podamos mantener viva nuestra memoria como país.
El video muestra solo un ejemplo de lo que aún sigue ocurriendo, no solo aquí en esta isla, sino en todas partes del mundo dentro de diferentes contextos políticos y cotidianos.
Esta canción viene desde mi desquite emocional. Seguimos siendo manipulados por el odio que alimentamos. Si queremos vivir en un mundo guiado por el amor, tenemos que hacer el esfuerzo de mirarnos a nosotros mismos y querer encontrarnos en el otro”.
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