El 30 de abril de 1975, la marea humana había logrado previamente forzar la entrada del edificio y llegar hasta la pista de aterrizaje, donde racimos de hombres, mujeres y niños protagonizaron escenas de violenta desesperación.
Muchos de ellos funcionarios civiles de los gobiernos que durante años apoyó y sostuvo la Casa Blanca, en su intento de escapar intentaron aferrarse a las ruedas y patines de los helicópteros: muchas manos y brazos fueron quebrados por los culatazos de los marines para desprenderlos. No pocos murieron en el intento. Los relojes marcaban las 8 de la mañana.
Era la hora del derrumbe: alrededor de medio millón de soldados estadounidenses fueron a Vietnam, de los cuáles más de 58.000 nunca regresaron vivos a su país. Los heridos, mutilados y afectados psicológicamente se estima que superan los 300.000.
A su vez, dos millones de vietnamitas murieron en la guerra, muchos de ellos alcanzados por toneladas de explosivos, el napalm o víctimas del "agente naranja", letal sustancia tóxica, arrojados por los temibles superbombarderos B52 durante no menos de un decenio.
Habían derrotado a los franceses en la definitoria batalla de Dien Bien Phu, en 1954, que dividió a la península en dos zonas: la del Sur, con Saigón como capital y que quedó bajo la égida de los Estados Unidos, y la del Norte, con Hanoi como principal enclave, apoyada por la ex Unión Soviética y China.
Los últimos días antes de la caída de la ciudad, buena parte del territorio del sur ya estaba en manos del Frente de Liberación Nacional (FLN). En Saigón, en cuyos alrededores se habían amontonado más de un millón de desplazados, se respiraban aires de derrota.
0 comments :
Publicar un comentario