Pese a la evidente urgencia, seis meses después de que la comunidad internacional se comprometiera a reparar los daños, la reconstrucción de Gaza ni siquiera ha comenzado, jaqueada por intereses políticos y trabas burocráticas que están caldeando los ánimos y arrastrando a la región al borde de un nuevo estallido.
"Todavía estamos en crisis. Y las cosas podrían empeorar de un momento a otro; uno no puede controlar a las masas, y 100.000 personas pueden arrastrar a otras 100.000", advirtió el jefe para Gaza del organismo de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), Majed el Bayed, al recibir a Télam en su oficina.
Con apenas 385 kilómetros cuadrados, Gaza es una región con la que se han ensañado la violencia y la pobreza.
Gobernada por el movimiento islamista Hamas, estuvo bajo ocupación militar y colonización israelí durante 38 años, de 1967 a 2005, y sufrió tres ofensivas del Ejército de Israel, uno de los más poderosos del mundo, en los últimos seis años.
Su único aeropuerto fue destruido en 2001 en un ataque de Israel, que hoy controla además el espacio aéreo gazatí.
Sin semáforos en las calles, el tráfico en Ciudad de Gaza, la más grande de la franja, es intensísimo y caótico, y los conductores avanzan alertándose permanentemente unos a otros a los bocinazos, sin reaccionar en lo más mínimo.
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